Que triste sería repetir cada año una navidad rutinaria y sin sentido religioso, movido por el simple aparataje y el gusto por las cosas. La Santísima Virgen María en este tiempo como en muchos otros, se nos hace maestra en nuestro peregrinar y nos enseña como podemos vivir la navidad. En navidad, como en la celebración de los otros misterios del Señor, estamos invitados a encarnar y dejarnos transfigurar o transformar por lo que celebramos. Entonces, la invitación de la navidad es: dejar nacer al Niño Dios, humilde y majestuoso a la vez. Vayamos a nuestro corazón, allí Jesucristo quiere recostar su cabeza y tomar posesión de su trono como el Rey amoroso que quiere gobernar nuestra vida. Solo dejándonos tomar por el Señor, podremos alcanzar la verdadera felicidad que perdura.
Este gran amor, que se nos derrama y regala en navidad, nos impulsa a compartirlo y por eso, tantos cristianos en este tiempo practicamos la caridad con mas fuerza. Queremos amar a los hombres, no solo por una sensibilidad social, sino sobre todo, porque Dios nos ha amado primero.
Una feliz Navidad a todos!!!
Fr. Luís Cisternas Aguirre, ofm.
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